Thursday, June 24, 2010

El día del padre de Ricardo Fort by Gente

Vos sabés cómo me cambiaron la vida? Yo estaba todos los días de gira en los boliches cuando decidí tener a mis hijos. De la noche a la mañana me vi con dos mellizos, cambiando pañales cada dos horas, preparándoles la mamadera cada cuatro y cantándoles en la cama para que se vayan a dormir”, dice Ricardo Fort (41). El día del que tanto habla, que define como un clic, fue el 24 de febrero de 2004. Esa madrugada nacieron Felipe y Marta, sus mellizos de seis años, concebidos mediante un transplante embrionario, con una madre genética elegida “por catálogo” y una madre portadora a quien ven de tanto en tanto pero a quien jamás llamarán “mamá”. Ahora, en el Día del Padre, habla Ricardo:
–¿Se complica la búsqueda de pareja siendo padre soltero?
–No, lo vivo como algo normal. Mis hijos no necesitan una madre, porque les sobra afecto.
–¿Qué pasaría si los chicos no aprueban a una de tus parejas?
–Cuando traigo a casa una novia nueva, me doy cuenta en el acto si hay cariño recíproco. La persona que esté a mi lado tiene que hacer buena letra con ellos... ¡Si no, la mato! (ríe)
–¿Te preocupa la información externa que reciban acerca de vos?
–No, porque saben el padre que tienen. Además, no miran programas de espectáculos. Ellos tienen su mundo, que consiste en jugar y ver dibujos animados.
–¿Hablaste con ellos sobre cuestiones como el sexo o la religión?
–Todavía son chicos. No creo que sean temas para nenes de seis años. Pero cuando considere que deba hablar, lo hago.
–-¿Qué cosas cambiarías?
–Por mis hijos pongo el pecho a cualquier bala: es mi instinto de padre.
–¿En qué cosas te ves reflejado en ellos?
–¡En los caprichos! Me cuesta domarlos. En casa, el que pone los límites soy yo. Por eso a veces parezco el malo de la película.
–¿Cuál fue el regalo más importante que recordás haberle hecho a tu papá?
–Un Rolex. Mi padre no me lo quería comprar, porque pensaba que no me lo merecía. Por eso, apenas pude me compré la colección completa y le regalé uno a él, para demostrarle que yo no compartía su forma egoísta de ser.
–¿En qué te diferenciás de él?
–A mis hijos les doy todo el afecto del mundo. No me canso de decirles que son muy inteligentes, hermosos y capaces. Mi papá no paraba de repetirme que yo era un “incapaz”, y no quiero repetir esos errores con mis hijos.




Y lo que destaco de esta nota: Por mis hijos pongo el pecho a cualquier bala: es mi instinto de padre. No papi! vos sos el bala...que muestra el pecho esperando que no se note tu instinto de quererte comer cuanto chongo ande suelto!