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Entrevista exclusiva de Ricardo Dios y Mariano Abrevaya Dios, para Miradas al Sur
En septiembre de 1978 Mirtha Legrand decía en su almuerzo televisivo que había una campaña organizada contra la Argentina en el exterior.
Acompañada por una joven Susana Giménez que argumentaba que eso se debía a “la falta de cultura”, Legrand se quejaba porque se atacaba a la Argentina desde Europa. Y aseguraba que el problema era la falta de información.
Sin embargo, Legrand sabía muy bien que no se trataba de una campaña orquestada ni mucho menos de una carencia de información, sino de voces que gritaban verdad. Lo sabía bien porque ella misma, un año antes, había intervenido en el secuestro y desaparición de su sobrina. Por eso, el testimonio televisivo de la ex actriz del 15 de junio último provocó la reacción de periodistas, activistas por los derechos humanos y funcionarios, indignados por el silencio que la conductora mantuvo durante más de treinta años.
... Legrand podría ser llamada a declarar como testigo en la mega causa que investiga los delitos de lesa humanidad ocurridos en el área del Primer Cuerpo de Ejército, a cargo del juez Federal Daniel Rafecas. El pedido lo presentó el abogado y periodista Pablo Llonto, representante legal de familias que actúan como querellantes en esa causa, reabierta por la Cámara Criminal Federa,l luego de que en agosto de 2003 el Congreso Nacional anulara las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final.
La sobrina de la conductora tiene nombre y apellido: María Fernanda Martínez Suárez. Su hija, que tenía pocos meses de vida cuando secuestraron a sus padres, también: Julieta Juana Panebianco. Tiene 33 años y desde que su distante tía abuela dijese lo que dijo en su programa, un nuevo cimbronazo sacudió su vida. Miradas al Sur estuvo con ella en una taberna de San Telmo. Tenía ganas de repasar y contar su historia. Y no con cualquiera.
–¿Cómo te enteraste de las declaraciones de Mirtha Legrand?
. Leyendo los diarios al día siguiente. En un principio me quedé en blanco y después me puse muy nerviosa. Busqué en internet el video con las declaraciones. Yo no recuerdo que mi mamá haya dicho que había escuchado el sonido de trenes y, además, eso no lo declaró en sus testimonios.
(La conductora había dicho que su sobrina, en cautiverio, había escuchado el pesado sonido de varios trenes).
–¿Por qué pensás que habla ahora, más de treinta años después?
. No es casual. Hacía poco se había solidarizado con Ernestina de Noble y como está a punto de estallar todo por el aire con el caso de sus hijos apropiados, ahora se quiere despegar. Es obvio que al menos uno de esos chicos es apropiado. Fue una barrabasada solidarizarse con la Noble.
–¿Legrand tiene que declarar en la Justicia sobre sus dichos?
. Estaría bueno que la Justicia le pregunte qué sabe de todo lo que pasó en esos años. No sé si sabe mucho o no, o si les preguntó a los milicos qué hacían con las personas secuestradas. Pero claro que sí, que aporte todo lo que sabe porque cualquier cosa que sume nos sirve a todos nosotros para conocer mejor lo que pasó en la dictadura, un período de nuestra historia que todavía algunos quieren tapar.
–¿Qué te pasó a vos?
.Me impresionó mucho que se contara parte de mi vida en los medios. Igual tuve que salir a aclarar algunas versiones que se difundieron sobre mi papá ( NdlR : se había dicho que el cuerpo de su padre había sido identificado). Su rol de comunicadora a lo largo de los últimos veinticinco años, ante semejante genocidio, es reprochable. No está y nunca estuvo conectada con lo que realmente pasó en Argentina en los años de la dictadura. Y además desconoce lo que pasó con la búsqueda posterior de mi viejo y que nosotros nos enteramos que lo mataron en un enfrentamiento fraguado (Legrand, en sus declaraciones televisivas dijo: “Nunca más supimos de él”). Se ocupó del caso de mi mamá y quedó ahí. No me sorprende. Ya sabemos quién es y no se le pueden pedir peras al olmo.
–El día que secuestran a tus viejos, ¿vos estabas ahí?
.Sí. Tenía cuatro meses. Fue el 2 de marzo de 1977. Fui reconstruyendo los hechos con mi familia. Vivíamos en un primer piso frente al Botánico, en Palermo. Estaba mi mamá, mi hermano mayor de cuatro años, mi bisabuela y yo. Una patota tiró la puerta abajo a eso de las ocho de la noche. Buscaban a mi papá. Como no estaba, lo esperaron. A nosotros nos encerraron en un cuarto. A mi mamá la esposaron y vendaron y también la guardaron en alguna parte de la casa. Los secuestradores eran muy jóvenes y estaban nerviosos, con miedo. En un momento uno de los tipos intercambió unas palabras con mi hermano, en tono confidente y cínico. Los hijos de puta le preguntaban cómo se llamaba. Cuando llegó mi papá lo tabicaron y se lo llevaron junto a mi mamá. Antes de irse, saquearon el departamento. Y nosotros, con mi hermano, tan chiquitos, vibrando toda esa mierda.
La historia completa del secuestro y posterior desaparición de su padre, Julieta la empezó a armar a los ochos años, cuando su madre la sentó y se la relató, mirándola fija a los ojos. En 1984, María Fernanda Martínez Suárez declaró ante la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep, legajo 2.781) que había estado detenida en una dependencia militar desde el 2 hasta el 4 de marzo de 1977.
Veintinueve años después volvería a testimoniar detalles de su cautiverio en el juicio oral que se le siguió al represor Jorge Carlos Olivera Róvere. “Mi mamá hizo las denuncias en todos los lugares que se abrieron para hacerlas y siempre aportó su testimonio para la verdad y la justicia.”
Julio "Rulo" Enzo Panebianco, había nacido y crecido en Lomas de Zamora. De chico formó parte de un grupo de boys scouts . Cursando el colegio secundario decidió cambiar de tipo de organización y dio sus primeros pasos en la política al sumarse a la Unión de Estudiantes Secundarios (UES). Conoció a la madre de Julieta en una de las tantas unidades básicas que afloraban como hongos a comienzos de la década del ’70 en la ciudad. Cuando lo secuestraron, Julio tenía 22 años. Ya militaba en la JTP (Juventud Trabajadora Peronista) y trabajaba en la DGI.
Julieta rescata algo positivo en las palabras de su tía abuela: “Al decirlo ella, hay mucha gente que se va a callar antes de decir pelotudeces sobre los desaparecidos. Yo misma escuché a algunas personas afirmar que los desaparecidos estaban en Europa. No sé si lo creían o lo decían para provocar, pero hoy la verdad también la dice Mirtha Legrand y toda esa gente, espectadora de ese mundo de mierda, ya no tiene lugar para decir boludeces. Que lo diga ella sirve para abrir la cabeza de los negadores. Y da cuenta también de que la verdad es innegable y que la lucha dio sus frutos”.
Julieta repite permanentemente que se siente muy conectada con su padre. Cuenta que hace algunos años se hizo una carta natal y que ahí le dijeron que había tres fechas claves en su vida. Dos ya habían pasado y la restante no. En ese momento advirtió que las dos primeras tenían que ver con el año que su mamá le contó lo que había pasado con su padre y con el momento que supo que lo habían fusilado en un enfrentamiento fraguado.
La tercera fecha era mayo de 2010, y estaba acompañada por tres palabras: frutos, forma, orden. Se había olvidado de eso, hasta ahora. No fue exacta la fecha pero casi: mediando junio habló Legrand. Julieta saca la carta natal de la cartera, y la muestra. “Estoy terminando de armar el rompecabezas de mi papá, formando su historia. Y me agarra en un momento especial. Estoy preparada para enfrentar todo esto, tengo cosas para decir”.
arriba: Julieta Panebianco, sobrina nieta de Mirta Legrand
abajo: su padre Julio, desaparecido a los 22 años
la otra foto muestra a Julieta y a su hermano mayor.
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Se ve que la señora con el paso del tiempo olvido varios detalles de la época.