Wednesday, November 25, 2009

El donante de Sandro

La revista Caras publicó una nota referida al donante de los órganos que le trasplantaron al cantante, internado en el hospital Italiano de Mendoza. Si bien no está permitido revelar la identidad del donante, lo característico está en las circunstancias que llevaron a que una muerte se convirtiera en una vida que continúa.
En un testimonio exclusivo, la madre habla del consuelo de una tragedia que se convirtió en un milagro popular. El jueves 19, cuando un joven de 22 años ingresó en la guardia del Hospital Italiano de Almagro con una herida de bala en la cabeza, los médicos intentaron reanimarlo, aunque sin esperanzas frente a la gravedad del cuadro, y le declararon muerte cerebral.

A 30 cuadras de ese lugar, en el Instituto del Diagnóstico de Barrio Norte, el tiempo se agotaba para Sandro, quien esperaba desde hacía ocho meses un doble trasplante de corazón y pulmones, y estaba primero en la lista de emergencia del INCUCAI.
Nunca imaginó que la decisión de quitarse la vida lo terminaría convirtiendo en héroe y salvador del ídolo. “No había otro donante mejor para Sandro”, sentenció el doctor Sergio Perrone, uno de los encargados de trasplantar al ídolo, en el hospital Italiano de Mendoza. Era delgado, de contextura mediana y gozaba de buena salud física. Tenía apenas 22 años, y una vida por delante. Hijo de un cardiólogo y una profesora de francés, había tenido dificultades para encontrar su vocación.
“Llevaba una vida relativamente normal. En este momento no estaba estudiando, pero quería hacerlo. Estaba mucho tiempo en casa con su hermano y conmigo. Su vida era bastante limitada por la enfermedad que sufría. Tenía buenos momentos y otros de mucho dolor y sufrimiento, que no nos comunicaba”, relató la mamá.
“Donamos los órganos por una decisión mía y, por supuesto, de su papá. El tenía unos trastornos esquizofrénicos y eso era muy doloroso para él. Tomó una decisión y dijo ‘basta’ a su dolor. Ahora va a poder vivir en otros”, continuó.
Cuando la señora se enteró que los órganos de sus hijos salvarían la vida de Sandro, pensó: “Fue muy bueno poder encontrar algo de alivio en medio de tanto dolor. Es compensatorio. Mi hijo no puso aprender a vivir pero pudo ayudar a otros a que lo hagan. No dudé ni un instante”.