Wednesday, September 17, 2008

TRES CHISTES ROBADOS

CONGRESO FEMINISTA

Se reúnen mujeres de todo el mundo en el Congreso Anual Feminista. Pasa
una alemana al estrado y comenta:

El otro día le dije a mi Fritz que yo no iba a cocinar más.
El primer día no vi nada, el segundo tampoco, el tercero tampoco, pero al
cuarto, Fritz, al llegar del trabajo calentó salchichas y preparo chucrut.
Aplausos....!!! Pasa una francesa y comenta:

Hace un par de meses le dije a mi Francois que desde ese día en más yo me
rehusaba a tender las camas.
El primer día no vi nada, el segundo tampoco, el tercero menos, hasta el
cuarto en que Francois se levanto y se puso a tender nuestra cama!!
Elogios, aplausos. !!!! Sigue una dama estadounidense y comenta:

El otro día le dije a mi Johnny que no me iba a ocupar más del desayuno.
El primer día no vi nada, el segundo tampoco, tampoco el tercero, pero el
cuarto Johnny se levanto y se puso a freír panceta y batir huevos...
Ovación.!!!! Por último pasa una Argentina y relata:

El otro día le dije a Cacho que yo no iba a planchar más sus camisas.
El primer día no vi nada, el segundo tampoco. El tercer día tampoco vi nada
y recién hoy empecé a ver un poquito con el ojo izquierdo.........

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PUES HOY NO LO HICE

Un hombre llega a casa del trabajo y encuentra a sus tres hijos en el jardín aún con los pijamas puestos jugando en el barro, con cajas de comida vacías y los envoltorios de éstas esparcidos por todo el jardín.

La puerta del coche de su mujer estaba abierta, así como la puerta de entrada de la casa y no había señales del perro.

Cuando entró encontró aún mayor desorden. Una lámpara caída en el suelo y la alfombra estaba arrugada contra la pared.

En el salón la televisión estaba a todo volumen con un canal de dibujos animados y la salita de estar estaba cubierta de juguetes y ropa.

En la cocina la pileta estaba llena de vajilla, el desayuno derramado por la mesada, la puerta de la heladera abierta de par en par, la comida del perro tirada por el suelo, un vaso roto debajo de la mesa y un pequeño montón de arena detrás de la puerta.

Inmediatamente subió las escaleras sorteando todos los juguetes y más pilas de ropa buscando a su mujer preocupado por si estaba enferma o la había ocurrido algo serio.

De camino a la habitación, vio como corría el agua por debajo de la puerta del cuarto de baño y cuando entró las toallas empapadas, espuma y más juguetes por el suelo, kilómetros de papel higiénico amontonado y pasta de dientes untada por el espejo y las paredes.

Entró corriendo en el dormitorio y encontró a su mujer acurrucada en la cama, en pijama y leyendo una novela.

Ella le miró, le sonrió y le pregunto que tal le había ido el día.

Él la miró furioso y le preguntó, - ¿Qué ha pasado hoy aquí?.

Ella volvió a sonreír y contestó: - ¿sabes cuando vuelves todos los días del trabajo y me preguntas ¿por Dios, que es lo que haces todo el día?

- Si, contestó él incrédulo.

Entonces ella contestó: - PUES HOY NO LO HICE.

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LA CONVERSIÓN DEL OSO

Un cura, un pastor pentecostal y un rabino estaban a cargo de sus respectivos templos en una universidad del norte de Michigan. Dos o tres veces a la semana, se reunían a tomar un café y charlar un rato.
Un día, uno de ellos hizo un comentario diciendo que predicarle a la gente no era tan difícil, que un verdadero desafío sería convertir a un oso. Una cosa llevó a la otra, y decidieron hacer el experimento:
Cada uno se adentraría en el bosque, buscaría un oso, le predicaría y trataría de convertirlo a su respectiva fe.
Una semana más tarde se reunieron a comparar los resultados.
El padre Flannery, con su brazo en cabestrillo, varios vendajes en todo el cuerpo y apoyado en muletas, fue el primero:
- Bueno, entré al bosque buscando al oso. Cuando lo encontré, comencé a leerle el catecismo. El oso no quería saber nada al respecto y comenzó a pegarme con sus enormes brazos. Así que rápidamente tomé mi agua bendita, lo salpiqué con ella y por Dios y la Santísima Virgen les juro que se puso manso como un corderito. El obispo vendrá la próxima semana a darle su primera comunión y su confirmación.

El reverendo Billy Bob habló después. Estaba en silla de ruedas, tenía un brazo y ambas piernas enyesadas y tenía suero conectado al otro brazo. En su encendida oratoria relató:
- Bueno, hermanos, ¡ustedes saben que nosotros no salpicamos a la gente! Cuando encontré al oso, comencé a leerle la Palabra Sagrada del Señor. Pero este oso no quería saber nada conmigo. Así que lo agarré del brazo y comenzamos a luchar. Rodamos colina abajo, luego seguimos luchando mientras subíamos otra colina y volvimos a rodar hacia abajo hasta terminar en un arroyo. Entonces rápidamente hundí su cabeza en el agua y bauticé su peluda alma. Y exactamente como te pasó a ti -añadió mirando al cura- se volvió manso como un cordero y pasamos el día alabando a Jesús.

El cura y el reverendo miraron al rabino, que yacía en una cama de hospital. Tenía yeso por todo el cuerpo, varios suministros de remedios, sangre por vía endovenosa y monitores que verificaban constantemente su condición.

Estaba realmente mal cuando los miró y les dijo:
- Mirándolo en retrospectiva, creo que la circuncisión no era la mejor manera de intentar convertirlo...............

DE LA PAGINA "SUBDIVX.COM" .