¿Qué significa para vos trabajar con tres actores tan reconocidos y experimentdos como Enrique Pinti, Moria Casán y Nacha Guevara?
-Con Moria ya había trabajado, de hecho la conozco hace bastante y tengo a mi hija gracias a ella (N. de la R.: Moria le presentó a su marido y padre de su hija, Simona). Enrique es un genio y con Nacha tuve charlas más profundas, fue muy interesante. Son tres grandes. Encima Enrique me recomendó para Shangai, la obra de teatro que estoy haciendo. Más no puedo pedir.
-¿Cómo te eligieron para la película?
-A través de Moria. Un día salimos a cenar con mi marido, ella y Diego Rafecas. Yo había visto Paco y Un buda (dos de sus obras en pantalla grande) y le dije que me encantaría trabajar con él. Me preguntó si bailaba o cantaba y le dije que sí, que me las rebuscaba más o menos con las cosas, y después surgió la posibilidad de hacer un personaje en la peli.
-¿Cómo fue ésta, tu segunda experiencia en cine?
-Ya había hecho Dos ilusiones de Martín Lobo, una tragicomedia. Ahí tenía el protagónico y haciendo Cruzadas me di cuenta que quiero vivir del cine, es un ritmo que me fascina, podés jugar, es un amor diferente al teatro y a la tele. Es más parecido a la publicidad, con lo que empecé esta carrera.
Ciudad
Buenom, resta saber si el cine quiere que vivas de él!